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Un muro o un puente, ahí reside la metafórica diferencia ente el expresidente Donald Trump y su sucesor, Joe Biden.

Cerrarse al mundo o abrirse.

Trump hizo de su muro en la frontera con México el banderín de enganche del America First y del nacionalismo xenófobo. Biden ha convertido esa obra en uno de los símbolos de la ignominia del país insolidario, que rompe con el liderazgo global.

“He determinado que la declaración de emergencia nacional en la frontera sur fue injustificada”
El presidente Biden, que quiere tender puentes, revocó el jueves la orden de emergencia que aprobó su antecesor para justificar la edificación del muro. Con ese mecanismo, Trump desviaba fondos destinados a otras actividades a su construcción ante la negativa del Congreso a dotarle de partidas económicas.

El de ayer fue el último paso para dar carpetazo a un proyecto gigantesco, cuyos resultados, más allá de la propaganda, han sido más que cuestionados por los expertos en seguridad. El presidente ya frenó la obra en las primeras decisiones de la Casa Blanca después de la toma de posesión.

“He determinado que la declaración de emergencia nacional en la frontera sur fue injustificada”, escribió Biden en una carta enviada a Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara Baja, pero dirigida a todos los congresistas.


“También he anunciado que la política de mi administración consistirá en no desviar más dólares de los contribuyentes estadounidenses para construir un muro en la frontera”, indicó.

Biden añadió que ha solicitado “una revisión cuidadosa de todos los recursos apropiados o redirigidos para ese fin”.

Gracias a la declaración de emergencia que Trump firmó en febrero del 2019, el expresidente desvió 600 millones de dólares del Departamento de Tesoro y otros 6.100 millones del Departamento de Defensa, todos destinados al Departamento de Seguridad Nacional, que era el encargado de realizar la edificación.

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Trump mantuvo esa excepcionalidad en febrero del 2020, lo que le permitió obtener 3.800 millones del Pentágono.

En los cuatro años de mandato, el expresidente se atribuyó la construcción de 729 kilómetros (la frontera se extiende a lo largo de más de 3.100). La mayor parte del trabajo ha consistido, en verdad, en reparar o modernizar tramos ya construidos, mientras que solo son de nueva edificación 75,6 kilómetros.

“La emergencia nacional de Trump nunca fue una cuestión de seguridad”, comentó feliz el legislador demócrata Raul Grijalba tras la carta de Biden.

“Consistió más en robar dinero para financiar un monumento a las políticas racistas a lo largo de la frontera sur. Ahora hemos de cancelar los contratos y garantizar que no se construye ni un centímetro más del muro”, insistió Grijalba, representante electo por un distrito de Arizona que abarca gran parte de la zona del estado que colinda con México.

En cambio, el republicano James Comer hizo correr una réplica a esa misiva entre sus colegas en la que califica de “peligrosa” la decisión de Biden. Indica que hace más vulnerables a los ciudadanos que residen en esa zona.

Pero, sobre el territorio, hubo muchos que celebraron el frenazo. Sin embargo, urgieron a reparar los daños causados en las comunidades y el medio ambiente.

Fuente: www.lavanguardia.com/

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